domingo, 17 de febrero de 2019
Lo viejo arde mejor
Ardo como zarcillo
firmemente anclado a las palabras
que definen edades inactivas,
escribo sobre brasas valorando
el escozor de la quemadura y finjo
conformidad como quien cierra
los ojos para que todo quede en casa,
dentro, sin embargo, sigue el fuego
de las horas caídas
arrasando praderas aún sin madurar,
-en junio todavía con flores- que deberán
convivir con el sol todo el verano,
lo viejo arde mejor, me rindo,
aunque lo nuevo produce un humo dulce
capaz de perfumar los malos vientos, queda
esa siniestra estela de ceniza
que el tiempo acabará borrando
cuando las palabras se hayan resignado
a la penumbra inútil de la edad.
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