sábado, 7 de marzo de 2020

Ella hilvanaba los romances





El libro grande, su tapa
negra con el pozo de oro 
donde chapoteaba sin nadar
la apatía de frágiles criaturas,

cántame, madre, salpica mi arenal
con tu melodía de cristales,
el campo enfermo,
el humo de los árboles,
la eternidad, los miedos
de no ver, los acertijos
con trampa de veneno,
los amores
entre mosquito y golondrina,

luego iremos al río,
la taja de lavar, la enferma
piedad del azulete, 
la camisa roja
de gerineldo abierta
por infinitas cuchilladas,

dime
que no hay miedo, que ya no, que todo
se lo ha llevado el agua. 

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