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Sobre la espiral de incienso
llueve
zarcillos de plata oscura,
las orejas
se aturden con el cabrilleo
sonoro de las gotas,
-qué rectangular ese sonido-,
quién escucha más, la pluma
o la grabadora, presta atención
a lo que pasa y dale
al botón del paraguas, verás
lagrimales con vértigo y un luto
disimulado entre las nubes
más lejanas,
nadie diría que esto
es un ritual tan ensayado.
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