miércoles, 10 de enero de 2018

Hlvanando historias

Giró en vuelo rasante
sobre las cabezas, -zas, zas, zas-,
y, como una hoz o un haz de luz,
segó las diferencias, dejando todo
en planitud, lo mismo el alto tirio
que el menguado troyano,
como si tablas fuera
su ineludible sino, Aquiles lejos ya,
subiendo a pie la cuesta
de la inmortalidad, con síntomas
de una ridícula cojera, Paris
en brazos de la niebla, soñador,
como si nada.

Yo, mientras, a la espera,
apuntando los días en la arena
como en esquela funeral, hasta tenerlos
todos alineados a los remos
de este cóncavo ferry que ha de hacernos
surcar el tiempo de rizadas olas.

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