Abierto el libro, entrecerrado
el cielo, mira
y no des crédito, replica
con tu risa floja, vuelve
la espalda a los espejos
que nunca dicen nada, pacta
con esas luces empeñadas
en negar las formas una
tregua nocturna y a lo sumo
transige
con la verdad ambigua,
que ella,
desde su histriónica cojera,
sea la procaz protagonista
de nuestro censurado carnaval.
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