lunes, 23 de septiembre de 2024

Lento espíritu, no vuelvas a interferir en mis febriles pensamientos, tu inmovilidad es la amenaza que debo combatir, volar con aires partisanos entre cañaverales, deshacerse de lastre y nunca hacer acopio de intendencias que puedan entorpecer la ligereza de unos pies dotados de alas

 




Padecí durante un tiempo

una enfermiza devoción por la zoología,

cogía flores en el prado  y sus nombre eran

gran dragón, delmantis, salmodendro, dulce 

corazón de gúrgula o acid de víbora, todo

rastrero y animal venido a menos, con un toque

festivo aunque fuertemente anestesiado

por el aire tóxico de su origen,

mi amigo el farmacéutico ponía en orden taxonómico

el pedigrí de cada especie, decía que el aroma

amarillo era el oscuro equivalente de la dolencia hepática,

que el rojo recorría en profundidad el alma vermiforme

de los cardos y el verde confundía la parte con el todo

al ofrecerse como sufrida alfombra

en la reunión social de primavera, sólo el negro

afrutado de la pasiflora con el dolor escrito en caracteres

cirílicos -una letra al final de cada punta-

resistía con la terquedad de un Rasputín ya anciano

el quirúrgico afán del bisturí, dejando que expusieran

al aire su infernal anatomía como si fuera el texto resumido

de una colosal revelación.



Zona B:

Es llegada la hora de interpretar en sus orígenes la secreta ambición del sionismo de dominarlo todo, David vence a un Goliat más grande, Judit rebana la cabeza al temible Holofernes, Débora profetizando pírricas victorias, Gedeón destruye a todos sus vecinos -Madian, Oreb y Zeeb- con el apoyo del dios todopoderoso adorado en Wall Street. Nada puede ocurrirle teniendo a un dios tan pérfido a su lado.

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