He vuelto de visita al hotel del sanatorio,
en la terraza siguen alineadas en hileras infinitas
la tumbonas que Hopper eligiera
como consuelo a una enfermedad
para la que no se ha hallado cura,
también aquí se ha respetado con escrupulosa timidez
el rito de mantener intacto lo sagrado, como la piel inflada
de la eternidad, tras haber cohabitado con el genio,
se enmascara el miedo a la soledad agrupando varias soledades,
rellenando el vacío con un millón de hamacas,
de sillas, de tumbonas y de aseado aburrimiento
para que unos figurantes solitarios disfruten la caricia
de un sol húmedo y lento mientras miran
con resignación a las montañas.
Zona B:
Siempre se repite la parte más cruel de la leyenda cuando esta fue creada para beneficio del creador. Escenas de calculado genocidio, las Sodomas ardiendo de este siglo, sin una sola mirada que se vuelva con dolor compasivo. La mujer de Lot es una estatua de sal, como nosotros lo seremos si no ponemos freno a tanta infamia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario