Volví los ojos hacia ti,
hice un esfuerzo por recordar tu cara,
pero en la oscuridad no había nada, salvo el silencio
de una fotografía en la pared,
era del tiempo de la destrucción, cuando la vida
valía menos que el dinero y se pagaba el diezmo
de las escuálidas ganancias, las jornadas volaban
como pavesas consumidas por un fuego sin llama,
sólo ardían los ojos intentando conformar el futuro
a la sinrazón de nuestros sueños,
un panorama iluminado por la plata inocente de los días
que los lunes brillaban y el domingo
eran un simple residuo ennegrecido
sin fe para afrontar otra semana
de hallazgos improbables.
Zona B:
¿Con qué y a quienes paga el sionismo para que siga habiendo esta tolerancia con un genocidio planificado con maldad y ejecutado fríamente?
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