No pronuncié yo esa palabra hermosa para ti,
no hice nada para denudarla y darle
largura a su belleza, ella
es pura seducción, ombligo de sí misma,
percha de pedrerías nobles y oros crepusculares,
dice lo que se le antoja
igual que el río cuando crece y ruge
en los tajamares de los puentes,
no hablé yo de esa peregrina andrajosa
que sabe a dónde va y qué debe
vestir para que todos
la vean en su más urgente
y estricta desnudez.
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