Vengo yo de esa
ignorancia sedienta
que produce el volcán, los ángeles
de plumas chamuscadas nada saben
y nada pueden enseñar, salvo que muestren
la conciencia desnuda, claman
esa eterna antífona de hosannas
y aleluyas de hielo,
pero a veces
una pluma suelta pesa tanto
como teológica summa y nadie
osará contradecirla excepto el aire
que ha de cargar con ella
y sus complicados argumentos.
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