Te sigues preguntando
si fue antes el ser o la palabra,
tus dedos
tamborilean en el vidrio de la ventana
que copia exacto
el vendaval inquieto de las cosas,
todas tienen nombre, todas
parecen acudir al parpadeo
que las hace sonar como un redoble
de la rutina, cuando finge pasar lista
a los numerales del penal.
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