Las manzanas viven ahora en el recuerdo,
declinó el color rojo, se apagaron los oros
envejecidos por la madurez,
sostiene el aire todavía
los aromas a sábana y a cal
de los arcones atestados
de la acidez dormida del otoño,
pero ya no sé cómo se pronuncia
esa palabra densa,
crujiente y apretada
que hace temblar el alma de la nieve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario