En este cuarto devoto y laico
se oyen relinchos, no hay caballos
en este monacal espacio, cuatro
paredes enfrentadas, una
con cuadro, las demás desnudas,
muertas de risa de mirar
o de imaginar mirando,
jamás franz marc imaginó
con castigar de cara a la pared
a unos castos sementales que pastaban
para lucir un azul loco
en sus grupas de fiesta
sin faltar a ninguno
de los principales mandamientos.
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