martes, 20 de julio de 2021

La llamita que ardía en la cocina

 

Aquel verano tan irregular

del cincuenta y tantos con naranjas 

rodando sorpresivas desde el maletero

de un coche de temor igual que soles

que poblaran de color rubio los sueños,

el dolor meñique fue pintado

con sangre sepia por el daguerrotipo

y en el patio de la escuela 

nunca faltaban las apuestas sobre aquello

que nunca iba a llegar,

el asma blanca de la costumbre

continuó haciendo esfuerzos para que pasase

por el camino tan estrecho el carro de heno,

y la delicia perfumada de la hierba segada

compensaba con creces el sudor,

pero una lluvia inoportuna

vino a romper el vidrio coloreado de la tarde

y sus filos tan desorientados

hirieron con muerte silenciosa

la llamita que ardía en la cocina.



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