Cierro ahora los ojos, viene
cuesta abajo el mar del trigo,
el oro viejo de la corricasa
y la pelambre albina de la avena loca,
la hoz dibuja el signo de interrogación
recordando los tiempos en que dudar era un delito
y el sol nunca jugaba con los hierros
abrillantados por el uso, viene
mermado el mar, las olas
tumbadas tras el paso
de las cuadrillas y los haces
acantilados bajo el signo
familiar del almiar, casa maciza
de sueños comunales,
después venía la trilla y la disputa
entre el oro y el viento que dejaba
una alargada estela sobre la alfombra de la era
mirando siempre al sur, como nosotros.
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