Un cuarto de reloj por el oeste
subido a cielo no es un cuarto
de esfera solamente,
ni el carillón dormido puede darte
la alarma contra el tiempo
que acabas de perder corroborando
el paso inexorable de la aguja
de norte a sur, tan cardinal y efímera,
descanse el ristre al otro lado
del alertado corazón, tan de yahvé,
la guerra detenida sigue
subiendo como arena numeral
y puede
acabar coronando el recorrido
antes de que el sol llegue al ocaso.
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