Un día de especial silencio
subo al altiplano que el viento barre con ferocidad,
nada, ni la hierba tumbada,
ni las coronas negras de quemados antiguos
me hablan de las desoladas idas y venidas
de juan benet buscando conchas
marinas en la memoria fósil,
queda, sí, la miseria intemporal
de un paisaje diseñado
para servir de fondo a las tinieblas
de la semana santa, con los cuervos
poniendo voz quebrada al regocijo
por la llegada del verano.
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