En las etapas últimas
buscaba formas en la arcilla
amarillenta del humedal,
por las noches
llegaba hasta mi sueño
una llamita verde que flotaba
como una píxide votiva
sobre el inventario de las formas,
y, al despertar, las manos
seducidas por la sensualidad del barro
se atrevían a disputar a los demonios
el diseño exclusivo de la creación.
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