martes, 13 de julio de 2021

Siguiendo al bardo

 

El viejo bardo 

remataba siempre su escritura

de poemas ciegos con en arrastre

de tinta oscura administrada

con su barba canosa e irregular,

no era su sentir como el de homero

ni sus sandalias recorrían

los caminos heroicos de la desolación,

sus héroes eran las hormigas, los pájaros menores,

la cigarras de hierro y los lagartos

de mil ojos que servían

en las ruinas del templo como arúspices

del intrincado oráculo, su vicio más venial

era el del vino que ofrecía

en amistad pacífica a los dioses del camino

en libaciones silenciosas a la sombra

de tilos destinados a aliviar el cansancio

de burros y viajeros,

en el brocal del pozo permanece

su perfil esculpido y la sentencia

que le obligó a morir en el destierro.


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