domingo, 18 de julio de 2021

Toque de doce



Qué oficio tan desaliñado

el de campanero en estos días

en que casi nada suena a bronce, 

deberían dotarle de un uniforme de aire 

que pudiera colgarse

del pico cigoñal de la veleta

para remediar la dignidad agujereada

de la bandera,

abramos la gramática sonora

y repasemos cada caso 

de la declinación activa del tam tam,

atentos siempre a los volteos

descontrolados, a las festivas

arritmias del maquillaje y el disfraz que cubren

de fingida humanidad los laterales de la procesión

festonada de anuncios de alimentos de signo irreverente,

nunca debe oler a incienso

la desbandada de vencejos que persigue

como a jaculatoria el florilegio

de tábanos urgentes en la liturgia del domingo,

ni debiera

ser pasado por alto el albedrío clerical

con que el empleado laico se reviste

para adornar fuera de norma el regulado

y canónico estribillo del dos por dos que cierra el toque,

(se sabe que debiera terminar

como el obturador de cámara, con un clic ajustado

y un fundido en azul como el del cielo).

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