domingo, 29 de enero de 2023

Algunas anunciaciones del cuatrocento muestran un dedo de la virgen entre las páginas del libro de horas señalando el punto de interrupción, como si el mensaje fuera algo secundario frente al potencial de la lectura

 


A veces vemos al cerrar un libro

cómo se pierde o se transforma

la delicada magia surgida en el ambiente, aunque tus dedos sigan

rozando la piel del héroe que vive entre sus páginas,

mala vida, piensas, la que toma como rehén al huésped

y le cierra puertas y ventanas

como si respirar fuera algo tóxico,

porque la ensoñación acabará doblándose

como una margarita en un jarrón

al que llega sólo el agua racionada de los presos,

la realidad se esconde y el rumor es otro,

y en el cristal llora el exceso de condensación,

sin trucos ni milagros, con la trasparencia de las gotas

de un llanto antiguo que no es felicidad,

que no es tristeza, ni siquiera  un recurso de la magia

para endulzar la aspereza de las cosas

que están al otro lado del cristal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario