Ha dejado de sonar
el bordón envolvente de la mosca,
siempre que un pequeño ser de múltiples apéndices
muere o es trasladado con violencia
a otro estado o condición se piensa
que de nuevo se ha dejado sin voz y sin presencia
a Gregorio Samsa,
queda en el ánimo el dolor de una conciencia
rodeada de quitina oscura,
se hace duro el corazón y pierde
color y convicción la sangre
como si se uniera al llanto de un coro de tragedia,
y hasta llega a asimilarse
el espacio anterior a la metamorfosis con un lugar de tránsito
que busca la profundidad donde las cosas
avergonzadas de si mismas
se rinden blandamente a la veleidad de los disfraces.
(en el reverso de un manuscrito de Kafka conservado por un viejo librero, puede leerse una anotación de febril caligrafía que dice: no siete sino cien cayeron, y de una sola maldición lanzada al aire, la mosca, principal distracción de los que sufren la enfermedad del génesis).
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