Al llegar a casa por las noches
se despojaba de su nombre
y dejaba en pie a la puerta
como un espantapájaros urgente
su desinflada ropa de labor,
intentaba ausentarse de su ser
mirando su pobreza en el espejo
al que hacía visajes para ver si el reflejo le seguía,
una mañana no encontró la seda
deshilachada de su nombre,
el viento de la noche la contagió de lejanías
y ya no quiso regresar,
él se quedó callado en un rincón
haciendo ruido cn los pies
para que no le abandonara la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario