viernes, 14 de enero de 2022

En el sueño se mezclaba todo

 

Los aros de cebolla

flotando en la sartén, a punto

de alcanzar el grado tosco de dorado

que la receta proponía,

por la ventana entraba el aire

dividiendo en dos la luz de la cocina,

el frío y el calor, el olor acre del aceite

y el puntiagudo oxígeno

del anochecer con hambre,

                                              enero estaba

ya medio desnudo y los minutos 

ganados a la sombra empezaban a notarse,

por qué soñar con algo tan lejano como un lago de luz

si en las horas más cerradas del sueño

se me quedan los ojos tan abiertos

que hasta el negro de la habitación juega a vestirse

con un color extraño para el luto. 

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