El mar es casi blanco junto al rompeolas,
el cielo junta con el mar su color pálido
y las gaviotas de un pulido ceniciento
acentúan la ingravidez de la mañana.
Qué bien que el mundo flote
y no se ponga tan pesado
como la pelota de trapo que los niños
hacen rodar sobre la arena
a base de patadas y alegría.
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