(para quien se da de baja en la palabra)
De sus años de estudiante
quedaba apenas el humo de algún sueño:
el aire helado de la hélade le dejaba los dedos sin color
mientras la mitad activa del cerebro
buscaba solución en el florilegio de versiones,
platón cenaba con sus émulos
y la disertación languidecía
a medida que el hachís iba girando,
alguien, distraído, trajo la cicuta a colación
y el tóxico dejó dormidos a los que aún no se habían atrevido
con el vino de rodas, esperando
a la libación ritual del alba que ya no había de llegar,
la tesis resumía en un latín deforme
lo que los traductores oficiales se negaron a trasegar
de las ánforas del griego primitivo
por temor al error que precipita la falsedad de la memoria,
un dedo iba escribiendo sobre la cal de la pared
mientras el silencio amordazaba cualquier intento de conversación
en el templo civil de la palabra.
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