Llamar jardín a esto
que se amontona agreste
bajo el mástil blanco de los abedules,
entre croar de ranas
y el progresivo anillo circular
que provocan los patos cuando miden
la plata ennegrecida de la charca,
un agua casi azul que también copia
las nubes y las hierbas de la orilla
para hacernos creer que todo cabe
en esta realidad tan reducida.
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