Era un sueño difícil,
llegar cansado a la estación,
alzar el árbol de las horas
hasta la esfera del reloj, mirar su luz,
tomar el taxi,
reducir el viaje a una maleta ingrávida
y al llegar al hotel toparse
con las pisadas recientes de alguien
empeñado en enlazar con el horario
del mismo tren que tú has dejado,
pero él con sangre en los zapatos,
qué desolación tanto pasillo
esperando los golpes de batuta en el atril,
y la alfombra roja, lo mismo que una arteria
llevando el mismo oxígeno a cada puerta,
las luces neutras, su complicidad con los detalles
convirtiendo en posible cualquier sueño
para un viajero tan cansado que confunde
el lado p. m. en la esfera del reloj.
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