Algunos miran con deleite
la confortable vida de los hombres
que en la antigüedad juntaron
comunidad de sueño con lenguajes y toponimias desiguales,
para luego reducirlos a círculos extraños entre sí,
en todas las miradas persistía la misma gracia
aunque cada cosa precisara del apoyo de la lupa
para unificar las diferencias,
almas, voces y emociones
llevaban el honor de cada pueblo
hasta el límite esférico de otra comunidad,
y acababan convertidos en huevos de serpiente
tan ajenos unos de otros que únicamente la guerra
sería capaz de congregarlos
en rodales de paja para una eclosión acelerada,
de ellos nacería un mundo desconfiado
multiplicado por los ojos de cada nuevo ser.
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