domingo, 26 de junio de 2022

Siguiendo a las miróforas (Jn 11: 41-44)

 


Una y otra vez regresa al lugar de la tiniebla

siguiendo a las miróforas, cuando llega se le nubla el sol,

y el lugar le baila como si hubiera bebido demasiado, 

tantas flores dejadas sobre el túmulo de tierra y piedras, 

para qué cortarlas sin dar sentido a su estación,

sin dejar que las liben las abejas,

piensa:

no más devastación, las flores en el prado,

y el honor de los huesos bajo la tierra roja,

en esa curva fue donde se puso el sol,

el agua de la fuente da un rodeo

y, tras llegar a la cuneta, se convierte

en un florido mapa con óxidos azules

donde Lázaro sigue soñando, horizontal,

con su vestido de fantasma.


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