Calma, qué calma,
esa que tirando va de mi,
aunque tirando no, empujando
como el belfo dulce del caballo
al derrotado cowboy,
me dice con su silencio: para y escucha,
el aire siempre bendice lo que toca,
si oyes recitar al jilguero puedes
iniciarte en sonidos como el hondo
respirar de la tierra,
nunca está de más saber algo de música.
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