Decía:
donde hay hacha siempre hubo madera,
aunque él pensara en órdenes inversos,
el bosque viene con vestido nuevo, ese color,
el ropaje amarillo de los prados,
¿está vivo aún? Cordelia preguntaba al viento
por el rey enfermo, su vigilada soledad,
la orfandad provocada por el abandono de sus hijas,
yo te amo, sí, aún arrastro tras de mí la cabellera
de una infancia eclipsada por la rigidez de los tapices,
altas salas de ajimez como nimbos de invierno cultivado,
siempre a rebufo de la piedra, de cara a la pared,
¿llegaste a ver mis ojos? nunca tu proximidad pudo mostrarme
la profundidad de tus arrugas, tu embalsamada edad,
el aire de tu prisa nunca llegó a rozarme
y a provocarme un parpadeo,
pero admito que la deuda sigue en pie,
sigue llegándome tu voz: ¿me amas?
acepto como dolor tu juventud, como estación de paso,
más tarde volveré a mirar y a preguntarte, a ti y a tus hermanas,
pero sobre todo a ti: ¿me amas?
Zona B:
Israelíes, acabad de una vez con esta infamia, provocad la caída de esa coalición que más que gobernar os utiliza para sus fines y os condena a un futuro de odio y guerra permanente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario