viernes, 24 de mayo de 2024

También él había estado en el segundo escuadrón de caballería, en las soledades de Tabernas, las naranjas amargas de una mili sin caballos y hazañas bélicas menores, alma de oeste en el lado oriental de un paraíso creado para el cine, con monturas de atrezo colgadas a la entrada del saloon, donde sonaba una y otra vez el himno de Susana

 



Cuanto nombre propio en las cuadernas

de esa embarcación varada en la vejez del astillero, 

Anteo, Bernabé, Sonsoles, Tasio, voces

ya desocupadas en la pared de los difuntos,

se oye la frustración de las pisadas

que aplastan las virutas del taller, las suelas claveteadas

sobre la grava del camino, todo aquello

que nos llega de lejos suena a creación, se inventa soles

para alegrar la noche y la voz de dioses ya olvidados

vuelve a sonar con fuerza, sus corazones de metal y sus miradas

siempre fijas en el más allá, nada ven de lo que avanza

pasito a paso en el tablero de la oca, el pozo, la prisión, la calavera,

el laberinto, rumor de dados, un amor peregrino,

la posada como invitación, la trampa del descanso

sometido a pastor y vigilancia, con lobos y mastines,

con acordeón de vísperas, aunque no exista una casilla

predestinada a la campana te aseguro que ella sonará,

de esto tú sabes más que nadie, campanera, mujer de luz nocturna,

madrugadora antes de que Aurora vaya al manantial

con el cántaro perlado de sudor aposentado en el rodal de pelo de camello, 

vigilante devota de la luz que alza su vuelo por oriente,

sin embargo deberás volver atrás, penalizada a la casilla veintitrés, 

ya sabes, rodeando setos, propiedades y establos sin caballos, 

andando, que aquí cualquier distancia se hace a pie, 

no se ha inventado aún el torbellino ni la caldera de vapor

que nos han de llevar dios sabe adonde.



Zona B:

Dejemos que el gobierno genocida haga volver a sus embajadores, que nos amenacen con su no amistad. ¿Quién quiere ser amigo de un gobierno que hace de la sangre su bandera? Atrás quedan dos pueblos, el palestino y el israelí, mirando con recelo una hoja de ruta sin futuro.

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