Hacíamos veredas
reforzadas con lascas de cinabrio, como si fueran venas
de un arriscado corazón sin amos, por ellas vino el tiempo
y se fue el miedo a la soledad, antes teníamos
el camino de carros que lentamente se adentraba
en una edad sombría confinada en las cumbres
con la niebla bordeando los abismos para frenar al invasor,
ellos llegaban, incendiaban y seguían camino
siempre con estupor en la mirada,
en el otoño las hojas rojas de la hayas
se perdían como una sangre más entre los troncos
de las crucifixiones y los cuervos, con su aviesa piedad
nos ayudaban a retrasar el último bramido.
Siglos después venía un bardo, se columpiaba en nuestros símbolos
convirtiendo el dolor en cantinela.
Zona B:
Dice ahora el genocida que cualquier medida judicial en contra de él sería "un crimen de odio antisemita". Tolerar esta actitud chulesca de matón pandillero está hundiendo en el descrédito al Tribunal Penal Internacional, al no apoyar de forma unánime la denuncia de la fiscalía.
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