Unas notas musicales
no escritas en papel ni aupadas
al frontispicio del espíritu,
poderosa quietud que impide
la tiritona del arroyo, un obturador ha dado
hielo al instante aunque el dolor siga goteando
como sangre de herida,
la voz tantea los peldaños de la escalera musical
y de repente
se hace visible, inmóvil, color gris
sufriendo de sí mismo y arderá sin llama
contagiado de su propio mal.
Zona B:
El genocida ensaya el gesto brabucón; no tiene nada que perder en la pendiente diplomática, responde con millares de cadáveres y con amenazas. Qué nos puede hacer? ¿nos negará el saludo? nos acusará de antisemitas cuando nadie como él ha hecho crecer el antisemitismo.
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