Aquí arribó el corsario,
dice la placa de latón, todavía hablan algunos
de las torpes maneras del marino,
del balanceo de su voz como si un aire
de balada animal le susurrara los acordes de su despótica crueldad,
fuego y cuchillo bailando sobre la madera, sus correajes
brillantes de colgaduras y tachuelas, dando a entender
una economía de intercambio, la perla singular
por el amor de un tiempo ciego y el éxtasis nublado
de una damajuana de cerámica sobre el hombro
para mantener su alma en equilibrio durante el abordaje,
así la vida quedaba amortizada como un fardo más en la bodega,
al lado del tesoro y de la pólvora,
ni siquiera la libertad valía tanto
como la postal de un nuevo puerto ardiendo con su fuego,
la respiración agraz de las tabernas, los brillos
amortiguados de las callejas húmedas, las antorchas
tratando de suplir a las estrellas, todo aquello
que borraba la niebla cuando el barco
rodeado de gaviotas reidoras
se hacía al mar de nuevo recelando
de la bandera blanca del amanecer.
Zona B:
Nadie pudo imaginar en los años 30 que Hitler llegaría a las infamias de los campos de exterminio. ¿Tampoco los israelíes de buena voluntad y el "mundo civilizado" son capaces de ver a qué aspira Netanyahu con su plan genocida y su desprecio de las leyes?
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