Regreso,
aquí percibo una sensación de alivio,
como niebla flotando en la marisma,
olor tibio que explota con ruido de burbujas,
tengo embotada la conciencia, ella flota también,
no hay culpa, no hay preocupación,
las armas siguen apoyadas con gravedad antigua
sobre la pared, lo anacrónico es bello
porque evoca el fingimiento del teatro,
porque ha dejado de emplearse para hurgar en la vida,
qué herramienta se usa ahora para matar,
qué tortura infligen esos hierros que gotean
en verdosa cascada de ceros y unos por la cal,
volverá la conciencia a preocuparse
o todo ocurrirá de oficio como ocurren
la calamidad y las catástrofes?
Zona B:
Un pueblo sin conciencia es un pueblo zombi que acabará usando contra sí mismo la violencia cuando ya no haya un vecino al que matar. Por ese despeñadero va Israel.
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