jueves, 8 de mayo de 2025

Estaba en el rellano mirando aquella estampa de sí mismo que le había hecho llegar desde el pasado circular un evangelista lisonjero que no hacía justicia a sus arrugas ni a su empobrecido pelo blanco. De repente se apagó la luz. Intentó alzar la voz del pensamiento para ordenar que la arreglaran, pero sus ondas cerebrales también se habían apagado. Se sentó en un escalón tratando de tirar de alguna idea que aún siguiera activa, pero no encontró ninguna. Hacía tiempo había decidido renunciar a su figura de dios convencional y ahora dependía de algoritmos caprichosos para mantener al menos su apariencia

 



Aquel verano adelgacé,

me queda holgado el pantalón en la fotografía, 

el aire dijo ¿me acompañas?

e inició un remolino como intentando levantarme,

lo mismo que hace con las hojas muertas,

yo miré hacia el sol, la mano de pantalla ante los ojos,

y me reí con él mientras el viento seguía con su esfuerzo,

pensé: aunque las cosas no mejoren, aún me queda

el consuelo del sol sobre los huesos.



Zona B:

Al genocida la voz se le oscurece al mismo tiempo que la mirada y la intención. Ahora se le empieza a ver tal como es: tenebroso, insaciable, aunque cobarde como un coyote del desierto.

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