Viene el aire aún tiznado
por la memoria tóxica del plomo,
qué pesa más, el dolor vivo o el recuerdo,
almas de hojalata virgen, soportando los palos
de la concentración, hay que armar aún más ruido
para enfrentarse a ellos, los del lenguaje mudo,
la amenaza de terciopelo de sus porras,
luego llegará el turno de oficio a colocar tiritas
sobre el inflado moratón, buscando en el color
mercenario de la mercromina
un sucedáneo de la sangre para distraer de las heridas
y convencernos de la magnífica salud del aire
que aún se nos permite respirar.
Zona B:
"Miser sum ego et moribundus inde a puero, portavi terrores tuos et elangui". Bien podría aplicarse al sufrido pueblo palestino. Cualquier parecido del Israel actual con el que presentaban las liturgias es una burla al sentimiento humano.
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