Me has sorprendido
tirado en la acera
bebiendo a morro de la botella,
ya sé que mi aspecto es mejorable,
pero tú no has abierto la ventana
para verme beber,
tu ventana da a mi calle y se entromete
abruptamente en mi intemperie,
y no vas a lograr que me traslade
aunque caigan sobre mí los cubos de agua
de tus monedas mercenarias.
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