Un barco
enarbolando colores desconocidos
ha entrado en el puerto,
el agua mercenaria poco añade a esos colores,
salvo el acomplejado arco iris del gasóleo
que tan internacional nos puede parecer
a falta de banderas,
te preguntas: con qué lengua
acceder a esa cubierta
poblada de marinos homogéneos
pero de raza y verbo desiguales
para entender la mercancía
no venal de sus bodegas
cargadas de extrañeza y lejanía.
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