Salir al campo a pasear
no es lo mismo que mantener el diálogo
que los paisajes te reclaman, ellos
hablan desde su lenguaje
de rumor y constancia, te sugieren
un tema para la divagación sin delimitar
el campo por donde ha de discurrir el río
no urgente de sus preocupaciones,
respira aquí, te dicen,
a la orilla de una mancha de abedules,
dale descanso a la mirada, escucha
el bronce de la sombra, que palpite
más deprisa el viento, no tu corazón,
no derrames en la hierba
la cantimplora artificial de la barbarie,
porque vale más un solo azul sin pájaros
que mil jaulas atestadas
de conversaciones secundarias.
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