jueves, 10 de marzo de 2022

El gregoriano de las cosas

 


Amé el silencio -y aún-,

amé la soledad, amé el vacío,

iba por ahí escuchando mis propios ecos,

las pisadas de mi dudoso avance, -error-,

hoy trato de mantener en ascuas

el torpe incendio que arruinó la casa

porque en su calor se reconoce

la familiar madera del hogar,

la mesa abierta con sus sillas

esperando el milagro,

-aunque poco

cabe esperar a estas alturas

salvo el gregoriano de las cosas-.

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