jueves, 17 de marzo de 2022

Vareo de bellotas

 


Hacia mediados del otoño

se acudía al vareo de bellotas en el robledal,

era como subir la cuesta del verano solar

y hallar la fuente hirviendo con arenas de oro,

pero los robles se limitan a dejar sus frutos

brillando por el suelo, el mismo brillo

pero con color marrón, nosotros

con una fiebre diferente, toda la familia

arrodillada con codiciosa mansedumbre 

sobre el maná caído entre la hierba

mientras el cielo a nuestra espalda

se regodeaba en su color dorado 

como un monarca campesino al que nadie presta

ni un minuto de atención, hay que llenar cien veces

la fardela de lino para que el costal abulte

más que el tronco del roble y pese menos

que hueso de paloma a la hora de subirlo al carro.



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