Un perro muerto
tirado en la cuneta,
no hay paz que dure más
que esta sinuosa carretera
que divide el hayedo en dos mitades,
la vida y el recuerdo.
El perro sigue ahí, llenando
todo el espacio con su hedor.
Resucita, cabrón, que falta tierra
para cubrir los huesos
de los asesinados en la guerra.
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