Para todos aquellos que miran y no ven
están arriba las estrellas,
ciegos que conocen el florido
campanilleo del cristal nocturno,
a ellos, sólo a ellos va dirigida esa proclama
de brillos y silencio, tan elocuente,
pero ellos
hace mucho que viven resignados
a una incómoda ceguera de mármol
y percusión de hierro.
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