viernes, 11 de marzo de 2022

Por virtud de algún sentido

 



...sé reconocer el filo del cuchillo

sobre la piel, aunque sea de noche,

viajando en carro o en camión

por carreteras secundarias en épocas lejanas,

chorreando el hielo como una tristeza

de marisco exiliado cuando se acercaba

al humo de madrid o a la sospecha

de su policía de fronteras, no hay aduana

peor que la que pisa 

con ambos pies las dos riberas, 

pasto y flores bajo el peso de la ferocidad

de unas botas militares

calzadas por civiles sin civilizar y sangre en los arroyos

que no llegan al mar para morir y mueren

en cualquier cuneta sofocada

por juncos y cardenchas, quiero

sentarme a descansar, darme una ducha

de vapor, soñando en el aliento

de las vacas que rumian la distancia

como si fuera hierba no segada aún, oliendo

al estiércol caído sobre el musgo

de la rusticidad o sobre matas de tomillo

para disimular el mal aliento

de este viento del norte que nos llega

desde los cuatro puntos cardinales

con la renovada voluntad de sofocarnos

y no dejarnos respirar,

pero, repito, sé reconocer el filo

del cuchillo sobre la piel, aunque la niebla empañe

el cristal del paisaje.

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