Seriedad, señor flautista,
deje en paz a los ratones
que han venido invitados
a mi fiesta de cumpleaños,
ellos saben guardar las formas
sin renunciar a mordisquear
-igual que hacemos los humanos-
los bordes del bizcocho
antes de elevar el tono
con el desafinado happy birthday
con que desaparecieron nuestros niños.
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