Alguien me ha dicho
que al despertar la primavera
llegan a pie, despacio, los narcisos,
vienen de arriba, de la nieve, y bajan
como arroyos al valle,
y lo ponen todo perdido de amarillo,
cuando llegue yo
te pediré prestadas las tijeras
e iré a los prados a segar
una brazada de color
para tapar el rojo que la muerte
dejó por monteviejo cuando el aire
se nos llenó de tapias y de cruces,
quiero que me acompañes
por si las piernas me fallaran
o el corazón perdiera pie y cayera
en esa fosa tan superficial
que ni para sembrar recuerdos fue bastante.
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