(Evanäscente)
En estos días tan desordenados
sin principio ni fin, sigo buscando
el oro de la tarde,
la tarde es algo
que rima con cansancio, con fatiga
o con saturación, y la alborada es una
puñalada de frío en las entrañas
recalentadas de la noche, busco
un lugar en la sombra lejos de tu curiosidad,
llevo muchos años disfrazada de vegetal,
mis frutos ya han caído y el otoño
ha ido disipando sus colores
en la neblina del invierno, me pregunto:
por qué entonces iba yo desnuda y tú ocultabas
en un ropaje de furtivo tu vergüenza perenne,
tuviste acaso un creador bisoño o tu primera obra
fue crearte a ti mismo en un orfebre intento
de superación?, debes tener en cuenta
que la luz no perdona y pone cara
a lo que siempre estuvo oculto,
para ti no hay espejo, ni las aguas
se atreven a decirte la verdad, así que llora
igual que lloro yo,
aunque no compartamos los motivos,
escucho ahora el sincopado tricotar de un invisible
pájaro carpintero, fabrica unas virutas
de altísima costura para vestir mi luto
y ayudarme a paliar una vergüenza
que dejé de sentir hace milenios,
tú deberías preguntarle dónde aprendió esa técnica
y como un lamentable Prometeo
robársela a los hombres para que los dioses
aprendan a vestir con elegancia.
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